lunes, 15 de febrero de 2010

Nueva mirada desde el Metrocable


Una vez iniciamos el recorrido en el Metrocable en la estación San Javier, se observa desde lo más alto un paisaje bello de Medellín; pero la miseria, la pobreza, el hambre y el abandono social, no se ocultan detrás de esas pocas casas de cemento, con sus techos firmes, que hacen contraste con las viviendas que tienen por techo unas cuantas latas.

Ésa es la otra cara de la ciudad, que antes que se construyera el Metrocable, pocas personas conocían, ahora, ya sea por turismo, necesidad, o simple curiosidad; gracias a este sistema de transporte es más visitado el sector, ya no son tan ignorados y los ojos de muchos, ahora pueden ver lo que por un tiempo sólo estaba ante la mirada de unos pocos.

La quebrada la Iguaná, muy temida por los terribles desastres que ocacionó, se ve en la mitad del recorrido, en el barrio Juan XXIII, donde a su alrededor se alojan cientos de personas, quienes construyen sus viviendas a escasos metros del afluente, corriendo el riesgo, que una noche cargada de lluvia, acabé con lo poco que tienen, donde a diario arriesgan sus vidas, donde es difícil entrar en un sueño profundo, no saben qué pueden esperar de la naturaleza.

Al final del recorrido llegamos al barrio la Aurora, donde nos encontramos con personas que habitan el sector y a pesar de todo siempre llevan una sonrisa en sus rostros; como Juan Antonio Ceballos Morales, él, vende gelatinas por el barrio, y sus años, no son un impedimento para salir a trabajar y poder conseguir con qué comprar la comida para su esposa y sus cuatro hijos. Con una bandeja de plástico, sus gelatinas y la esperanza de venderlas todas, sale a diario a caminar por las calles de la Aurora y Pajarito.

Un rincón de Medellín que ahora, gracias al Metrocable, tiene otra mirada y las posibilidades de progresar para los habitantes están más cerca.

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