miércoles, 17 de marzo de 2010

Una banca sentada en un parque



El tiempo busca compañía y muchas veces encuentra los más sabios, en los espacios públicos comunes que una vez todos hemos frecuentado.
Aquellas bancas rotas desteñidas por el sol, invisibles por muchos y visitada por unos cuantos. Los que tienen tiempo que malgastar, los que la vida hoy ya bastante les enseñó.
Pero ¿Qué sería de los parques sin las bancas? Dónde se pensaría la ciudad, dónde habitarían los que deambulan por las calles sin saber a dónde van.
A dónde pueden ir los enamorados que disfrutan la compañía del amor, en alguna esquina de un parque.
Las palomas serían tal vez olvidadas por sus fieles visitantes que las corretean como niños en busca de juego.
Un espacio pequeño en el inmenso mundo de la ciudad, donde se vive, se sueña y se conoce al otro.

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